Hasta en las playas, donde el sol amarillo es omnipresente y hasta la arena toma su color, la noche es el momento perfecto para los encuentros y cuando ésta empieza a caer, el cielo se vuelve rojo como el deseo no adulterado...como la pasión incontenible.
Te abrazo por la espalda, tomándote de la cintura; trato de acabarme en un solo aliento todo tu perfume y doy una serie de besos breves sobre tu hombro izquierdo pero la cercanía de los cuerpos, el calor que se genera y que se eleva de forma exponencial no deja espacio para las caricias breves y esos besos casi cándidos se convierten en recorridos que hago con la punta afilada de mi lengua desde tus hombros hasta detrás de tus orejas. Mis manos se aferran a tu cintura, te acerco a mí para que te des cuenta del deseo que siento por ti...me libero de la promesa que me hice y hago que ahora mis manos vayan al norte, hacia tus pechos pequeños, que se mueven cadenciosos ante el ritmo de tu respiración; te acaricio suavemente para no asustarte, para conducirte despacio en los caminos del placer, pero con determinación para lograr que tu deseo sea tan grande como el mío.
Te despojo de la blusa lentamente, tiemblas cuando mis manos pasan sobre tus costillas...arqueas tus caderas, me sientes, te siento...tu espalda desnuda es una delicia que disfruto tan lento como me lo permite la urgencia, combino besos suaves como aleteos de mariposa y lamidas largas, húmedas, intensas como paso de serpientes, sé que tu columna vertebral está llena de sensores que se agudizan en la zona donde la espalda deja de serlo y me aprovecho, te lleno de besos la cintura y mas abajo, te doy vuelta para encontrarme con tu ombligo, con tu vientre...con rapidez me pongo de pie y mientras me levanto cubro de besos y caricias el camino que pasa entre tus senos, mis pulgares se enredan en la pretina de tu pantalón y hago presión para comunicarte mi intención...decidí detenerme para encontrarme de nuevo con tus ojos sin culpa y tu sonrisa nerviosa, para tener la certeza, más en tu mirada que en tu cuerpo, de que tienes necesidad de mi.
El rojo de tu cielo me hipnotiza...y sé que ese será mi próximo destino.
Te abrazo por la espalda, tomándote de la cintura; trato de acabarme en un solo aliento todo tu perfume y doy una serie de besos breves sobre tu hombro izquierdo pero la cercanía de los cuerpos, el calor que se genera y que se eleva de forma exponencial no deja espacio para las caricias breves y esos besos casi cándidos se convierten en recorridos que hago con la punta afilada de mi lengua desde tus hombros hasta detrás de tus orejas. Mis manos se aferran a tu cintura, te acerco a mí para que te des cuenta del deseo que siento por ti...me libero de la promesa que me hice y hago que ahora mis manos vayan al norte, hacia tus pechos pequeños, que se mueven cadenciosos ante el ritmo de tu respiración; te acaricio suavemente para no asustarte, para conducirte despacio en los caminos del placer, pero con determinación para lograr que tu deseo sea tan grande como el mío.
Te despojo de la blusa lentamente, tiemblas cuando mis manos pasan sobre tus costillas...arqueas tus caderas, me sientes, te siento...tu espalda desnuda es una delicia que disfruto tan lento como me lo permite la urgencia, combino besos suaves como aleteos de mariposa y lamidas largas, húmedas, intensas como paso de serpientes, sé que tu columna vertebral está llena de sensores que se agudizan en la zona donde la espalda deja de serlo y me aprovecho, te lleno de besos la cintura y mas abajo, te doy vuelta para encontrarme con tu ombligo, con tu vientre...con rapidez me pongo de pie y mientras me levanto cubro de besos y caricias el camino que pasa entre tus senos, mis pulgares se enredan en la pretina de tu pantalón y hago presión para comunicarte mi intención...decidí detenerme para encontrarme de nuevo con tus ojos sin culpa y tu sonrisa nerviosa, para tener la certeza, más en tu mirada que en tu cuerpo, de que tienes necesidad de mi.
El rojo de tu cielo me hipnotiza...y sé que ese será mi próximo destino.