martes, 24 de noviembre de 2009

El bolero...

- "grasa Wero" me dice el bolero
- ahorita no le digo
- "orale carnal, para que impresiones"
- bueno, si me lo garantizas ps si.

Me siento en la silla-local-bodega tan características del oficio, me ofrece el periódico local, amarillista como pocos, unas revistas de "chambeadoras" (comic erótico-desmadroso de mucho éxito en este país de pocos lectores y muchos pseudolectores; donde todas las mujeres de la historia son la envidia de maribel guardia, ninel conde y la tetanic juntas) y para mi sorpresa, una versión condensada de "El periquillo sarniento". Sonrío de la broma involuntaria (o voluntaria, nunca se sabe que tan retorcidos pueden ser los boleros), del hecho de que a pesar de ofrecer verdadera literatura, la obra sea en realidad del mismo estilo que las revistas de chambeadoras y el periódico local.

Pensando en la gran labor de los boleros, encargados de hacernos lucir "impresionantes" y pulcros me dispuse a leer al menos unas páginas del periódico local; concentrado, tenía la mirada puesta en un artículo sobre la caída de un campesino de su caballo cuyo serio encabezado decía "Me dejó mi amigo bronco"; cuando empiezo a escuchar a mi amigo el bolero:

Bolero- Que onda cabrón, como andas, hace tiempo no te veo
Yo- (sorprendido por la familiaridad) Pues sí, ya sabes, en la chamba
Bolero- Que has hecho?
Yo- Lo mismo, ir y venir al trabajo, la política
Bolero- (un poco agitado por el meneito del oficio) El otro día ví a tu primo el moreno
Yo- (tratando de leer y pensando...a jijos, como me tiene de ubicado) ah, a Benito?
Bolero- Si, ese wey, supe que se murió su esposa
Yo- (pensando...ah no mams...hace tiempo que se divorció, le habrá pasado algo a ella?) cuando supiste?
Bolero- (solo susurros ininteligibles)

Inmediatamente después lo escuché soltando la carcajada y diciéndo otras cosas sin sentido, al menos para mí, bajé el periódico, me volví a mirarlo con atención solo para avergonzarme tremendamente y descubrir que el muy tecnificado hablaba con alguien por su celular mientras me boleaba los zapatos haciéndo uso de un diminuto y futurista dispositivo de manos libres. Disimuladamente voltee a mi alrededor y ví que no había nadie dándose cuenta de los vergonzosos hechos...y sé, estimado lector que cuento con tu discreción.

Desde esa ocasión, ya no platico con los boleros...

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